La evidencia sugiere que la deslocalización (nearshoring) en México está desarrollándose lentamente; su impacto inicial más notable se observa en el aumento en la construcción privada no residencial para expandir la capacidad de producción entre los centros manufactureros tradicionales. S&P Global Ratings considera que la próxima etapa de la deslocalización implicará atraer a más fabricantes extranjeros y aumentar la producción, lo que afrontará obstáculos significativos, incluido el suministro confiable de energía limpia, agua y disponibilidad de mano de obra especializada, entre otros factores.